Cada año, el 11 de noviembre, Puerto Rico se une a la nación estadounidense en la conmemoración del Día del Veterano, una fecha dedicada a honrar a quienes han servido valientemente en las fuerzas armadas. Más allá de las ceremonias y desfiles, existen historias de sacrificio y heroísmo que merecen ser contadas. Una de las más conmovedoras es la del Regimiento 65 de Infantería, conocido como los Borinqueneers, cuya historia resuena con orgullo y valentía en el corazón de todos los puertorriqueños.
El Regimiento 65 de Infantería era una unidad compuesta principalmente por soldados puertorriqueños que participaron en conflictos como la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, fue durante la Guerra de Corea cuando su legado alcanzó una dimensión legendaria. En condiciones extremadamente adversas, los Borinqueneers enfrentaron batallas cruentas, desafiando las probabilidades con una valentía y determinación inquebrantables. Esta unidad demostró un valor sin igual, ganándose el respeto de sus compañeros y superiores, a pesar de enfrentar discriminación y desafíos debido a su origen.
A pesar de las dificultades, los Borinqueneers llevaron a cabo ataques decisivos y maniobras defensivas que les permitieron proteger posiciones estratégicas y salvar vidas. Sus acciones les valieron decenas de medallas y condecoraciones individuales por heroísmo, incluyendo Estrellas de Plata y Corazones Púrpura. En 2014, su sacrificio fue reconocido oficialmente cuando el Regimiento 65 de Infantería recibió la Medalla de Oro del Congreso, el máximo honor civil otorgado por el Congreso de los Estados Unidos.
Entre los cientos de soldados que formaron parte de los Borinqueneers, hay historias que ilustran el verdadero significado del servicio militar. Una de ellas es la de Pedro del Valle, un veterano que lideró a su pelotón en una de las batallas más feroces del conflicto coreano. A pesar de ser superados en número, Pedro y sus hombres resistieron heroicamente hasta recibir refuerzos, demostrando una lealtad inquebrantable y un amor profundo por su tierra natal y sus compañeros.
“Luchar al lado de mis hermanos puertorriqueños fue un honor que llevo en mi corazón todos los días. Supimos que, pase lo que pase, lucharíamos con el orgullo de ser Borinqueneers,” compartió Pedro en una entrevista reciente.
El legado contemporáneo y el reconocimiento merecido hoy en día, el legado de los Borinqueneers, sigue vivo en Puerto Rico y entre las comunidades de veteranos en los Estados Unidos. Sus sacrificios han inspirado a nuevas generaciones a servir con honor y a recordar que el coraje no conoce fronteras ni banderas. El reconocimiento tardío, como la Medalla de Oro del Congreso, es un recordatorio de que nunca es demasiado tarde para honrar a aquellos que dieron todo por un ideal.
En este Día del Veterano, recordamos y celebramos a los Borinqueneers y a todos los hombres y mujeres de Puerto Rico que han servido en las fuerzas armadas. Sus historias de valentía y sacrificio forman un legado que nos inspira a reconocer el verdadero costo de la libertad y la importancia de agradecer a quienes la defienden.