China contraataca e impone aranceles del 125% a Estados Unidos
Además, su Ministro de Finanzas acusa a Washington de "‘intimidación y coerción"

La tensión comercial entre China y Estados Unidos alcanzó un nuevo punto álgido este viernes, luego de que el gobierno de la República Popular anunciara una nueva ronda de represalias contra la administración del presidente Donald Trump, elevando los aranceles sobre productos estadounidenses hasta un 125%.
La medida llega dos días después de que el mandatario estadounidense aumentara a 125% los aranceles sobre bienes importados desde China, sumando a la tarifa del 20% que ya había impuesto previamente. Trump justificó su decisión citando la participación de China en el tráfico global de fentanilo y reiteró que el país asiático ha mantenido prácticas comerciales desleales por décadas.
Entre los productos estadounidenses que más se verán afectados por las nuevas tarifas chinas se encuentran la soya, medicamentos farmacéuticos y aeronaves, sectores que forman parte clave del comercio bilateral.
Acusaciones de coerción
En respuesta a la acción de Washington, el Ministerio de Finanzas de China emitió un comunicado contundente.
“La imposición de aranceles anormalmente altos por parte de Estados Unidos sobre China viola gravemente las reglas económicas y comerciales internacionales, las leyes básicas de la economía y el sentido común. Es unilateralismo, intimidación y coerción en su máxima expresión”, afirmó el ministerio según una traducción oficial.
El comunicado también advirtió que, con los niveles actuales de tarifas, “el mercado ya no acepta bienes estadounidenses exportados a China. Si Estados Unidos continúa aumentando las tarifas sobre productos chinos, China simplemente lo ignorará”.
Estas declaraciones reflejan una postura firme por parte de Beijing, que ha buscado movilizar apoyo internacional en foros multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde también presentó una queja formal contra las nuevas acciones estadounidenses.
Reacción de EE. UU.
Desde Washington, el representante comercial Jamieson Greer reaccionó ante la escalada arancelaria asegurando que “no fue una sorpresa, pero sí lamentable”. En entrevista con Fox News, Greer añadió: “Puede que haya ciertos ajustes, pero creemos que vamos por buen camino. No anticipamos un aumento considerable en los gastos de los hogares”.
A pesar del tono desafiante por parte de China, el presidente Trump reiteró su interés en alcanzar un acuerdo comercial, aunque advirtió sobre las consecuencias de represalias. “China ha mostrado una falta de respeto hacia el mercado global”, expresó el mandatario el miércoles.
En una publicación en Truth Social, Trump afirmó: “En algún momento, esperamos que en un futuro cercano, China se dará cuenta de que los días de aprovecharse de EE. UU. y de otros países ya no son sostenibles ni aceptables”.
Mientras las tensiones se intensificaban entre las dos mayores economías del mundo, el presidente chino Xi Jinping sostuvo una reunión con el primer ministro español Pedro Sánchez en Pekín. Según reportes, ambos líderes discutieron el fortalecimiento de los lazos comerciales entre China y la Unión Europea, una movida que podría ampliar la proyección diplomática y económica de China en medio del conflicto con EE. UU.
La visita de Sánchez a China se produce en un momento crítico, ya que varios países europeos también se enfrentan a presiones para redefinir su política exterior en relación con Beijing, especialmente frente al nuevo enfoque de confrontación adoptado por la administración estadounidense.
A medida que se agrava la disputa comercial, analistas coinciden en que ambas potencias están enviando señales de fortaleza interna y de liderazgo global. Sin embargo, también reconocen los riesgos que esta escalada representa para los mercados internacionales, la cadena de suministros y el crecimiento económico global.
Hasta el momento, no se ha anunciado una ronda oficial de negociaciones, y ni Beijing ni Washington han dado indicios de ceder en sus posiciones. Con los nuevos aranceles ya en vigor y sin un canal diplomático claro abierto, la confrontación comercial entre ambas potencias parece encaminada a una fase más prolongada e impredecible.
China y Estados Unidos, responsables de una parte significativa del comercio global, se encuentran nuevamente al centro de un pulso geoeconómico que podría tener repercusiones más allá del ámbito comercial, afectando también los equilibrios políticos y estratégicos a nivel internacional.