Informe HHS expone graves riesgos de cirugías trans en menores

Estudio refuta mito de "necesidad médica" o reducción de suicidio; recomienda psicoterapia y tiempo para proteger a niños.

Por Redacción InDiario
Salud y Bienestar|May 3, 2025
Imagen generada con inteligencia artificial.
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El Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) emitió un informe el jueves que describe preocupaciones sobre el uso de medicamentos y cirugías que alteran la vida en menores que luchan contra la disforia de género. Para acceder el informe oprima aquí.

El informe de 400 páginas, que según el HHS no es una guía clínica ni emite recomendaciones legislativas, busca “proveer la información más precisa y actual disponible sobre la base de evidencia” para el tratamiento de niños y adolescentes con malestar relacionado a su sexo. Se enfoca en la población pediátrica y no aborda el tratamiento en adultos.

El informe del HHS señala que este modelo, a veces llamado “cuidado de afirmación de género”, incluye intervenciones médicas irreversibles en niños que no tienen ninguna condición de salud física. Los tratamientos están diseñados para feminizar a los niños y masculinizar a las niñas, y las cirugías hacen que el cuerpo del niño parezca más similar al del sexo opuesto.

“Las revisiones sistemáticas de la evidencia han revelado una profunda incertidumbre sobre los supuestos beneficios de estas intervenciones”, señala el prólogo del resumen ejecutivo del informe de 400 páginas.

El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva durante su segunda semana en el cargo que ordenaba al HHS, dirigido por el secretario Robert F. Kennedy Jr., producir un informe sobre este tema. La orden también instruía a todos los hospitales que reciben fondos federales a detener la práctica de administrar medicamentos a niños o realizarles cirugías para tratar la disforia de género. Según el informe, “estas intervenciones conllevan un riesgo de daños significativos”, que pueden incluir infertilidad, disfunción sexual, masa ósea subdesarrollada, enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos, trastornos psiquiátricos e impactos cognitivos adversos, entre otras complicaciones.

El informe señala que el supuesto beneficio de estas intervenciones es “mejorar los resultados de salud mental” para los niños que se identifican como transgénero y desean ciertos cambios físicos. Sin embargo, según el informe, las revisiones sistemáticas de pacientes “no han encontrado evidencia creíble de que conduzcan a una mejora significativa en la salud mental”.

“Cuando las intervenciones médicas plantean riesgos de daño innecesarios y desproporcionados, los proveedores de atención médica deben negarse a ofrecerlas incluso cuando sean preferidas, solicitadas o exigidas por los pacientes”, escriben los autores del informe.

El informe no encuentra “evidencia de que la transición médica pediátrica reduzca la incidencia del suicidio, que afortunadamente sigue siendo muy baja”. Por esta razón, los autores critican a las organizaciones que enmarcan estas intervenciones como “médicamente necesarias” o “salvavidas”, argumentando que tales caracterizaciones no están respaldadas por la evidencia. Aunque los autores señalan que “el principio de autonomía” es importante en medicina, agregan que no existe un “derecho a recibir intervenciones que no sean beneficiosas” y que la autonomía “no niega la obligación profesional y ética de los médicos de proteger y promover la salud de sus pacientes”.

El informe también discute el “arrepentimiento” (regret), particularmente proveniente de los llamados “detransicionadores” que buscan revertir las intervenciones médicas que alteran el cuerpo que han recibido. Afirma que la tasa de “arrepentimiento” es desconocida y que se necesita más evidencia, pero añade: “Que algunos pacientes reporten un profundo arrepentimiento después de someterse a intervenciones médicas invasivas que cambian la vida es claramente de importancia”.

Hay poca evidencia sobre los beneficios de las intervenciones psicoterapéuticas en el tratamiento de niños con "disforia de género", según el informe. Sin embargo, existe evidencia que respalda las intervenciones psicoterapéuticas para niños con otros problemas de salud mental, y no hay evidencia de que las intervenciones psicoterapéuticas para la disforia de género causen daño.

Mary Rice Hasson, directora del Person and Identity Project en el Ethics and Public Policy Center, dijo a CNA que el informe está “extremadamente bien hecho” y proporciona un “análisis profundo e imparcial” de la literatura médica actual relacionada con el tratamiento de niños que tienen disforia de género.

Hasson dijo que esta guía puede servir como recurso para padres, médicos y legisladores que “buscan ayudar a menores con ‘disforia de género’”.

“Tanto la evidencia como la ética apuntan a la mejor solución para tratar a los niños con problemas de identidad: psicoterapia y tiempo”, dijo. “Dejen que los niños sean niños y déjenlos crecer sin daños por intervenciones drásticas e incapacitantes”.

Jill Simons, pediatra y directora ejecutiva del American College of Pediatricians, dijo a CNA que la administración Trump “debería ser aplaudida” por su trabajo hasta ahora en este tema, pero agregó que “se tiene que hacer más” e hizo un llamado a los pediatras a “enfrentar a las organizaciones… que todavía están promoviendo… estos [procedimientos] dañinos”.

Simons también señaló que el informe no encontró evidencia de que estas intervenciones médicas reduzcan el riesgo de suicidio y advirtió que algunos médicos hacen esa afirmación “para asustar a los padres”. “Los padres necesitan saber que eso simplemente no es cierto”, dijo.

La orden ejecutiva de Trump para detener los medicamentos y cirugías que alteran el género en niños continúa vigente a pesar de grupos que han intentado cuestionar su validez.

Cuestionamientos a guías y prácticas Clínicas

El informe analiza guías clínicas internacionales, concluyendo que muchas, incluyendo las influyentes de WPATH (World Professional Association for Transgender Health) y la Endocrine Society, “carecen de rigor de desarrollo y transparencia” y no son recomendadas para uso clínico según evaluaciones sistemáticas. Critica la dependencia circular entre estas guías y expone problemas en el desarrollo de los Estándares de Cuidado 8 de WPATH (SOC-8), como el manejo de conflictos de interés, la supresión de revisiones de evidencia desfavorables, la redefinición de “necesidad médica” para facilitar el acceso y la eliminación de edades mínimas por presiones políticas.Señala una divergencia entre el Protocolo Holandés original (con criterios estrictos) y la práctica actual en muchas clínicas de EE.UU., donde los procesos de evaluación se han reducido drásticamente (menciona casos de clínicas donde la evaluación se limita a pocas horas) y a veces se omiten. Incluye testimonios de denunciantes ("whistleblowers") que alertan sobre estas prácticas.

Consideraciones éticas y rol de la psicoterapia

Desde la ética médica, el informe reafirma el principio de no maleficencia (“primero, no hacer daño”) y la obligación de ofrecer intervenciones con un perfil riesgo/beneficio favorable. Argumenta que, dado el perfil de riesgo desfavorable y la evidencia incierta de beneficio para las intervenciones médicas/quirúrgicas pediátricas, su uso entra en tensión con estos principios. Discute el concepto de “arrepentimiento” (regret) y detransición, indicando que su tasa real es desconocida pero que su existencia es importante.Finalmente, el informe revisa el rol de la psicoterapia. Destaca que existe “evidencia robusta que respalda enfoques psicoterapéuticos para manejar condiciones de salud mental comórbidas comunes” (depresión, ansiedad, etc.). Concluye que la psicoterapia es una alternativa no invasiva, con un perfil riesgo/beneficio favorable y sin evidencia de causar daño en este contexto, y critica la estigmatización de enfoques exploratorios como "terapia de conversión".El documento concluye que la evidencia disponible sugiere un perfil riesgo/beneficio desfavorable para las intervenciones médicas y quirúrgicas en menores con GD, y que las asociaciones médicas y profesionales en EE.UU. han fallado en priorizar los intereses de salud de los pacientes jóvenes al promover un enfoque sin suficiente justificación científica o ética.