Celulares en las escuelas: ¿qué revelan los científicos sobre la nueva prohibición en Puerto Rico?

Investigaciones explican cómo limitar el uso del teléfono móvil en el entorno escolar puede influir en el rendimiento académico y el ambiente educativo

Por Redacción InDiarioTecnología|

(Imagen generada con IA)
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La aprobación de la Ley 185-2025, que prohíbe el uso de dispositivos electrónicos personales en las escuelas públicas hasta octavo grado, ha colocado a Puerto Rico dentro de un debate que se extiende mucho más allá de la isla.

A nivel internacional, la discusión sobre los teléfonos celulares en el entorno escolar ha sido examinada por investigadores, organismos multilaterales y sistemas educativos completos, con resultados que apoyan parte del razonamiento legislativo, pero que también advierten sobre los límites de este tipo de prohibición.

Uno de los principales argumentos detrás de la nueva ley es la distracción que provocan los celulares en el salón de clases. Estudios citados por organismos educativos internacionales han documentado que el uso de teléfonos para fines no académicos interrumpe la atención y afecta el rendimiento.

Una revisión científica reciente, elaborada bajo el método PRISMA, concluyó que las políticas que restringen o prohíben el uso de teléfonos inteligentes en escuelas se asocian con mejoras modestas en el clima escolar y la convivencia, aunque los efectos directos sobre las calificaciones académicas tienden a ser limitados.

PRISMA no es un estudio ni una organización, sino un estándar internacional de investigación científica. Sus siglas corresponden a Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses. Se trata de un protocolo ampliamente utilizado para realizar revisiones sistemáticas de estudios, cuyo objetivo es garantizar que los investigadores seleccionen, evalúen y reporten la evidencia disponible de forma transparente, rigurosa y replicable.

En otras palabras, cuando una revisión sigue PRISMA, no se basa en estudios aislados, sino en un análisis ordenado del conjunto de la evidencia científica disponible.

¿Qué revelan las revisiones científicas?

Aplicando este método, los investigadores encontraron que las prohibiciones de celulares pueden contribuir a reducir problemas sociales como el acoso escolar y ciertas interrupciones en clase, aunque el impacto en el rendimiento académico es generalmente pequeño y depende en gran medida del contexto y de la implementación de la política.

Otros estudios observacionales coinciden en que el uso intensivo del teléfono para actividades no educativas durante el horario escolar se asocia con un menor aprovechamiento académico, mientras que los usos pedagógicos supervisados no presentan el mismo efecto negativo.

En cuanto al bienestar emocional del menor, la evidencia científica es menos concluyente. Investigaciones realizadas en sistemas escolares europeos y británicos señalan que prohibir el uso del celular en la escuela no necesariamente se traduce en mejoras claras de salud mental, ya que muchos estudiantes compensan la restricción con un mayor uso del dispositivo fuera del horario escolar.

Uno de los estudios más citados en Europa sobre el uso de teléfonos móviles en escuelas fue realizado en el Reino Unido y publicado en la revista científica The Lancet Regional Health – Europe. La investigación comparó escuelas con políticas de prohibición de teléfonos inteligentes con otras que no las tenían.

Los autores concluyeron que “prohibir los teléfonos inteligentes en la escuela, por sí solo, no mejora las calificaciones académicas ni el bienestar mental de los estudiantes”, lo que sugiere que una restricción durante el horario escolar no es suficiente para producir cambios significativos en estos indicadores .

El mismo estudio advierte que las políticas restrictivas dentro de la escuela no reducen necesariamente el tiempo total que los menores pasan usando sus dispositivos. Según los investigadores, “los intentos por restringir el uso del teléfono en la escuela no redujeron el uso general del smartphone a lo largo del día”, ya que muchos estudiantes compensan la prohibición escolar con un mayor uso fuera del horario académico. Este hallazgo es clave para entender por qué los efectos sobre la salud mental y el bienestar emocional tienden a ser limitados.

En el contexto europeo más amplio, una revisión académica sobre políticas escolares de teléfonos inteligentes —que analiza experiencias en varios países—concluye que, aunque existe un consenso creciente sobre el carácter distractor de los móviles en el aula, la evidencia científica sigue siendo incompleta. El estudio señala que “existe poca evidencia causal de alta calidad sobre el impacto de las prohibiciones de teléfonos inteligentes en el rendimiento académico y el bienestar”, ya que muchos análisis se basan en datos observacionales y no en diseños experimentales rigurosos.

No obstante, investigaciones previas realizadas en el Reino Unido sí han identificado efectos positivos bajo ciertas condiciones. Un estudio de investigación cuantitativa realizado por Beland y Murphy (2016), el cual ha sido mencionado en análisis académicos como uno de los pocos trabajos con un diseño comparativo sólido sobre el efecto de prohibir los teléfonos móviles en escuelas y es ampliamente citado en el campo de la economía de la educación, encontró que, tras la implementación de prohibiciones de teléfonos móviles en escuelas, “el rendimiento de los estudiantes en exámenes de alto impacto aumentó, siendo los mayores beneficios observados entre los estudiantes con bajo aprovechamiento previo”.

Los autores explican que el principal mecanismo detrás de esta mejora fue la reducción de distracciones en el salón de clases, más que un cambio en los hábitos tecnológicos fuera de la escuela. El resultado mostró que eliminar los móviles de las escuelas llevó a un aumento en el rendimiento estudiantil en pruebas estandarizadas, y encontró que “los estudiantes con menor desempeño previo fueron los que más ganaron con la prohibición”. Esto sugiere que esta política puede reducir brechas en pruebas académicas entre los alumnos de menor y mayor aprovechamiento.

En conjunto, la evidencia científica europea y británica coincide en que el uso no académico del celular interfiere con la concentración y el proceso de aprendizaje dentro del aula, pero también advierte que las prohibiciones escolares tienen efectos limitados y altamente dependientes del contexto. Los estudios subrayan que el impacto real de estas políticas depende de factores como su implementación, la supervisión efectiva y el manejo del uso de tecnología fuera del entorno escolar, más que de la prohibición en sí misma.

Estas investigaciones advierten, además, que el impacto en la salud mental depende de factores adicionales como el tiempo total de pantalla, el tipo de contenido consumido, los hábitos de sueño y la educación digital en el hogar.

La nueva ley de Puerto Rico coincide con recomendaciones de organismos como la UNESCO, que han señalado que la presencia constante de teléfonos móviles puede distraer a los estudiantes y afectar negativamente el aprendizaje. Sin embargo, la propia literatura científica subraya que las prohibiciones funcionan mejor cuando forman parte de una estrategia más amplia, que incluya orientación, supervisión, excepciones claras y educación sobre el uso responsable de la tecnología.

La Ley 185-2025 reconoce esa dualidad al permitir excepciones para usos educativos, emergencias y acomodos razonables por razones de salud o discapacidad. La evidencia internacional sugiere que el impacto real de esta política en Puerto Rico no dependerá únicamente de la prohibición en papel, sino de cómo el sistema educativo la implemente, la fiscalice y la complemente con otras herramientas pedagógicas.

En ese sentido, la experiencia comparada apunta a que el debate sobre los celulares en las escuelas no se resuelve con un sí o un no absoluto, sino con un balance entre orden, aprendizaje y uso responsable de la tecnología.