Prohibido pensar distinto: crónica de una universidad “inclusiva”

Columna de opinión de la influencer Coral Maysonet

Por Redacción InDiario
Opinión|May 13, 2025
(Fotomontaje)
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Por Coral Maysonet

El pasado martes, 7 de mayo, el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico no solo fue escenario de un conversatorio, fue escenario de una contradicción profunda: aquellos que claman inclusión, diversidad y tolerancia, son los primeros en buscar silenciar a quienes piensan distinto.

La organización estudiantil Students for Life Puerto Rico, con el propósito de realizar un debate con ambas posturas sobre el aborto, le extendió una invitacion formal a grupos opositores, pero estos la rechazaron. En lugar de presentarse con argumentos, llegaron con una protesta. En vez de dialogar, organizaron un boicot.

Durante el evento, los gritos contra los provida retumbaban: “fascistas”, “asesinos”, pero la ironía es evidente. Por definición, el fascismo es un sistema autoritario que impone una sola visión ideológica, persigue la disidencia y recurre a la intimidación como herramienta de poder. Precisamente lo que ocurrió en el recinto. Con gritos, señalamientos y presión social, intentaron censurar a quienes tienen posturas diferentes, haciéndolos sentir marginados, excluidos e incluso inseguros. Nada se parece más al fascismo que esa imposición agresiva del pensamiento único, disfrazada de justicia social.

Respecto a la acusación de “asesinos”, es necesario hablar con claridad. Asesinar es quitarle la vida a un ser humano inocente y eso es exactamente lo que ocurre en un aborto. No es una opinión, es un hecho biológico y moral. El aborto termina con una vida humana en desarrollo. Por otro lado, el movimiento provida no asesina, defiende. No arrebata vidas, las protege. Llamar “asesinos” a un grupo por denunciar una práctica que cumple a cabalidad con la definición de asesinato, no solo es una contradicción, es una proyección.

Otro aspecto que resalta por su ironía es que entre los manifestantes se encontraban hombres biológicos presentándose como mujeres, expresando posturas sobre el aborto. Lo contradictorio no es que un hombre tenga una opinión, porque todo ser humano tiene derecho a opinar sobre asuntos de justicia y dignidad humana, sino que precisamente esos mismos sectores son los que durante años impusieron la consigna “no uterus, no opinion”, para deslegitimar cualquier voz masculina en esta conversación. Sin embargo, cuando se trata de hombres que se identifican como mujeres y apoyan el aborto, entonces su opinión sí es validada y hasta celebrada. Es un doble estándar evidente: quienes negaban el derecho a opinar por no tener útero, hoy aplauden a hombres vestidos de mujer que repiten su discurso ideológico.

Lo más perturbador, sin embargo, no fueron los insultos gritados durante la protesta. Lo verdaderamente alarmante fueron los mensajes filtrados y los comentarios públicos que circularon luego, donde algunos manifestaban con orgullo su deseo de excluir y amedrentar a los provida. Frases como “hay que asegurarnos de que no se sientan bienvenidos” y “que no se sientan seguros en ningún lado” no solo fueron pronunciadas, sino celebradas, acompañadas por emojis de corazones, como si la intimidación fuera un acto de amor o justicia.

Esta es la cara más cruda de la cultura de cancelación: una que no busca el diálogo, sino la eliminación del otro. Una que no defiende derechos, sino que amenaza libertades fundamentales, comenzando por la de expresión y pensamiento. Si en una universidad, espacio supuestamente dedicado al libre intercambio de ideas, se premia el acoso ideológico, entonces no estamos ante una lucha social, sino ante una regresión autoritaria disfrazada de activismo.

Aquí es donde surgen las preguntas más urgentes: ¿dónde están los defensores de los derechos humanos cuando los agredidos son provida? ¿Dónde están los que defienden la libertad de expresión cuando se impide hablar a quienes piensan distinto? ¿Dónde están los que defienden la diversidad cuando lo que se excluye es una postura legítima y basada en evidencia científica?

Quizás lo más revelador de todo es lo siguiente: la incomodidad que sienten algunos ante la verdad provida es prueba de que esa verdad está haciendo efecto. Cuando una idea molesta es porque está tocando una fibra moral profunda. Cuando una postura causa reacciones desproporcionadas es porque desafía las estructuras de mentira que otros han tratado de construir. La reacción violenta no es prueba de que los provida estén equivocados, sino de que se está exponiendo algo que muchos preferirían mantener oculto. Cuando la verdad se sostiene sin miedo, las máscaras ideológicas se caen solas.