COLUMNA: La estocada de Juan Dalmau al MVC
El Senador Wilmer Reyes analiza cómo Juan Dalmau convirtió la alianza con el MVC en una serie de traiciones estratégicas.

En política, las alianzas suelen ser un espejismo: se ven sólidas desde lejos, pero al acercarse se quiebran con las primeras tensiones de poder. El Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) lo está aprendiendo de la manera más dura, y el verdugo de esta lección ha sido nada más y nada menos que Juan Dalmau y el PIP.
Primero, el PIP y Dalmau, con todo su bagaje histórico y su aparente disposición a colaborar, nunca le advirtieron al MVC sobre las complejidades del proceso de radicaciones. Resultado: el MVC se quedó sin candidatos de acumulación, quedando maniatado antes de comenzar la contienda.
Segundo, mientras el MVC ponía en riesgo su franquicia electoral, Dalmau concentró su campaña en proyectar una imagen de “alianza de centro” alrededor de su figura, ignorando por completo a los legisladores del MVC, quienes eran más en número dentro de la Legislatura que los del PIP. Los mismos que se partían la espalda en comisiones y vistas públicas fueron convertidos en fantasmas por la narrativa pública de Dalmau.
Tercero, cuando llegó el momento de aplicar la Ley de Minorías para ampliar la representación legislativa, el PIP le cerró las puertas de golpe al MVC. La alianza quedó reducida a un eslogan de campaña, y el cálculo frío de posiciones prevaleció sobre la colaboración.
Cuarto —y quizás más doloroso para el MVC— es el abandono en la recolección de endosos para reinscribir al partido. El MVC se había puesto como meta recolectar los endosos para el verano y no lo ha logrado, una señal de debilidad que refleja las fracturas internas y la falta de respaldo externo. Mientras el MVC se desvive recogiendo firmas para sobrevivir como colectividad, Juan Dalmau mira hacia otro lado. Los ha dejado solos, sin una sola palabra de respaldo público, concentrado en su ruta personal hacia la cuarta derrota.
La realidad es que el MVC se desangra políticamente mientras su supuesto aliado sigue en el media tour de en contra de todo y a favor de nada. Y no es casualidad: en política, cada estocada tiene un propósito. Para Dalmau, la alianza fue útil mientras sirvió para proyectar su figura y sumar votos. Cuando llegó el momento de repartir poder real, la alianza se convirtió en un lastre.
Hoy, el MVC enfrenta un futuro incierto, cargando con la ingenuidad de haber confiado en una alianza que, en la práctica, se convirtió en una colección de puñaladas. De cara al 2028, el MVC tiene una difícil elección: o elige el mismo destino que ya está viviendo, haciendo alianza con su verdugo, o le hace frente a su verdugo para que no le pase lo mismo.