Prevenir, educar y alimentar: construyendo la Comisión para un Puerto Rico Saludable

En su columna, Marcos Fabián destaca la importancia de prevenir, educar y alimentar para fortalecer la Comisión por un Puerto Rico Saludable.

Por Dr. Marcos Fabián González
Opinión|Ago 14, 2025
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Imagínate que, tras un huracán o incluso por un apagón provocado por LUMA, la isla queda sin luz durante días. Los alimentos se dañan, el agua escasea y aumenta el riesgo de enfermedades. No es un escenario hipotético: Puerto Rico podría enfrentarlo en cualquier momento.

Nuestro clima tropical favorece la presencia constante de enfermedades endémicas como el dengue, la leptospirosis y afecciones respiratorias. A esto se suman huracanes, sequías y un sistema eléctrico y de agua frágil e inestable. El riesgo se agrava si recordamos que el 85% de los alimentos que consumimos son importados, lo que nos deja extremadamente expuestos ante cualquier interrupción en la cadena de suministro.

Como profesional de la salud, sé que la verdadera salud no se construye únicamente en hospitales, sino en la prevención. Es hora de pasar de las palabras a la acción con propuestas concretas, no solo con pedidos de más fondos federales o reclamos de paridad sin igualdad. La política pública federal del presidente Trump, Make America Healthy Again, ha demostrado que invertir en prevención, educación física y producción agrícola local fortalece la salud pública. Ejemplo de ello son estados como Arkansas, Indiana y Oklahoma, que ya han restringido el uso de fondos públicos para productos que dañan la salud y fomentan una mejor nutrición mediante políticas sólidas de seguridad alimentaria.

Puerto Rico cuenta con una excelente Gobernadora y una mayoría Legislativa conservadora, con un mandato claro otorgado por el pueblo. Ese mandato debe traducirse en acciones coordinadas que integren salud, agricultura y educación bajo una misma estrategia. Prevenir enfermedades no solo mejora la calidad de vida: también reduce el gasto público en condiciones evitables.

Podemos inspirarnos en grupos de trabajo multisectoriales que, como la Comisión Federal MAHA y otras iniciativas estatales, han logrado cambios legislativos y de política pública para combatir enfermedades crónicas y reforzar la seguridad alimentaria. Puerto Rico necesita un organismo similar, adaptado a nuestra realidad, que impulse campañas permanentes de prevención y educación nutricional desde la infancia hasta los adultos mayores, además de programas que fortalezcan la agricultura local como herramienta de resiliencia.

Este grupo debe ir más allá de diseñar planes de salud pública: debe gestionar estratégicamente la obtención de recursos como Medicaid y otros fondos federales, destinándolos a reforzar la prevención, mejorar la respuesta ante emergencias y fortalecer la infraestructura agrícola y de salud.

Asimismo, debe prepararnos para retos en salud pública derivados de eventos naturales, olas de calor extremo y fenómenos como el polvo del Sahara. Necesitamos protocolos claros y sencillos sobre qué hacer si falta agua o electricidad, cómo conservar los alimentos y cómo potabilizar el agua. Igualmente, debemos evaluar y equipar los refugios para que cuenten con lo indispensable y protejan la salud de quienes dependan de ellos.

Puerto Rico no puede seguir como espectador. Si demostramos que estamos listos para aplicar políticas sólidas de prevención y reactivar nuestra agricultura con visión estratégica, ganaremos fuerza y credibilidad para integrarnos plenamente en la estructura nacional.

Invertir en salud y seguridad alimentaria es invertir en el futuro de Puerto Rico. Un pueblo sano, autosuficiente y preparado es un pueblo más cerca de alcanzar su pleno desarrollo económico.