COLUMNA: El escritorio presidencial

El escritorio presidencial simboliza el poder de EE.UU. y Puerto Rico es su extensión práctica en el Caribe frente al narcotráfico y amenazas regionales.

Por Henry Rodríguez Gracia
Opinión|Sep 27, 2025
Suministrada.
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El escritorio presidencial

Desde un simple, pero poderoso escritorio de 6 pies de largo por 4 de ancho, el Presidente de los Estados Unidos ejerce una autoridad que trasciende lo simbólico. Ese mueble frío e inerte, construido en 1880, se convierte en la plataforma desde la cual se toman decisiones que repercuten en todo el mundo. Allí confluyen las funciones de jefe de Estado, jefe de Gobierno y comandante en jefe de las fuerzas armadas más formidables del planeta. No se trata únicamente de administrar los asuntos internos de una nación; se trata de marcar el ritmo de la política internacional, definir estrategias militares y coordinar respuestas nacionales.

La concentración de poder en la figura presidencial es única en su alcance. Desde ese escritorio se pueden firmar órdenes que mueven ejércitos, sanciones que paralizan economías enteras, o tratados comerciales que reconfiguran alianzas estratégicas. De hecho, el escritorio fue producto de una alianza exitosa, pues fue construido a partir de la madera del HMS Resolute, un buque británico que había quedado atrapado en el hielo del Ártico y fue recuperado por marineros estadounidenses: como gesto de gratitud, la reina Victoria del Reino Unido regaló el escritorio al presidente Rutherford B. Hayes. Cada firma, cada llamada y cada decisión que se toma desde ese escritorio proyectan la capacidad de los Estados Unidos de ejercer su poderío a escala global. Es un recordatorio de que el poder político y militar estadounidense no reside únicamente en sus instituciones, sino que se manifiesta de manera directa en la figura de quien ocupe la Casa Blanca.

En este contexto, Puerto Rico ocupa un lugar estratégico que a menudo pretende olvidarse en el debate mediático local. Nuestro archipiélago no es simplemente un territorio, es una plataforma geopolítica clave para la toda la nación en el Caribe. Nuestra posición geográfica, enclavada en la ruta natural del comercio marítimo y aéreo, nos convierte en un enclave militar y logístico indispensable para contener las amenazas que provienen del sur. Entre esas amenazas, la más inmediata y peligrosa es la consolidación de un narcoestado en Venezuela bajo el régimen chavista.

El modelo de gobernanza liderado por el socialismo venezolano, cimentado en la corrupción y en el tráfico ilícito de drogas, se ha convertido en una fuente de inestabilidad para toda la región. El narcotráfico que se origina en sus costas fluye a través de las nuestras, utilizando nuestras aguas y corredores aéreos como rutas privilegiadas hacia el mercado continental estadounidense. El empleo de las fuerzas armadas para erradicar el influjo de drogas merece entera deferencia. Así, Puerto Rico se convierte en la extensión práctica del escritorio presidencial en este lado de la nación. Las decisiones que se toman en Washington encuentran aquí su escenario de ejecución inmediata. Somos el primer punto de contacto, la línea avanzada de defensa y el bastión de seguridad frente a la expansión del crimen organizado y del autoritarismo disfrazado de legitimidad electoral. Comprender este rol no es un ejercicio retórico, es, por el contrario, la manifestación más concreta de nuestra unión permanente con los Estados Unidos de América.