Crónicas del Reino de Borinquenia

En su más reciente columna, el exsecretario general del PPD usa la sátira para describir la política puertorriqueña como un espectáculo sin pausa.

Por Juan Luis Camacho Semidei
Opinión|Oct 7, 2025
(Suministrada)
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En el Reino de Borinquenia no hay calma, solo breves recesos entre escándalo y escaramuza. No hay día sin su capítulo de drama palaciego, su pequeña traición o su gran ocurrencia. El reino vibra, bulle, se entretiene.

En el último giro de los acontecimientos, el Caballero del Sur, Don Pablo de los Hernández, anunció que se dirige a refundar el Reino. Con voz firme y porte de estadista proclamó desde los Baños Termales de Coamo que traería una nueva era de honestidad, esperanza y otros sustantivos nobles. Pero en Borinquenia nadie deja que otro acapare el escenario por mucho tiempo.

A los pocos días, la Reina Jenny la del Can-Am, acompañada de Melín y Melame, reapareció con brío. El trío sagrado fue recibido con vítores, selfies y dron. La multitud coreaba “¡ahora sí!” mientras los cronistas de palacio se apresuraban a describir la belleza del momento y a olvidar los episodios anteriores.

Don Tiburón del Parlamento rugió desde su trinchera: “¡yo sigo siendo el león!” proclamó. Y en su rugido se mezclaban las notas de la nostalgia con las de la ambición. Sir Mickey, Duque de San Juan, aplaudía en silencio, midiendo tiempos y encuestas.

Mientras tanto, Juanito el Separatista sigue su cruzada, los Victoriosos que no ganan ensayan su próxima alianza, y los Dignos de la Fe rezan por una señal divina.

Así está Borinquenia: el Caballero del Sur galopando hacia el Norte, el Norte disimulando unidad, los separatistas buscando cámara, los victoriosos buscando firma y los dignos buscando señal divina.

El pueblo, desde sus balcones, comenta, observa y vota en sondeos que solo miden la audiencia de quien los publica.

Y mientras tanto, el pueblo sigue esperando que no se vaya la luz, aunque sea al final del túnel.

Y fueron felices por siempre.