Las noticias en la posverdad y la pregunta que nos dejamos de hacer

"El verdadero problema no es solo la manipulación de la verdad. Es la disposición de millones de consumir información sin el mínimo ejercicio de duda".

Por Rafelli Gonzalez
Opinión|Sep 16, 2025
(Imagen generada con IA)
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La política, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, ya no se expone exclusivamente en cierres de campaña o debates televisados. El escenario principal es la pantalla diminuta que llevamos en el bolsillo. Es ahí, en el llamado "smartphone", en las redes sociales y en la inmediatez de los “feeds”, donde la posverdad ha encontrado su terreno más fértil.

La posverdad no es otra cosa que el desplazamiento de los hechos verificables por narrativas emocionales que se imponen como certezas. Es el lugar donde la repetición vale más que la evidencia, donde el “me lo compartieron” sustituye al “lo confirmé”.

Basta ver cómo en años recientes algunas teorías sin sustento han alterado elecciones, polarizado sociedades y hasta han generado episodios lamentables de violencia política. En Puerto Rico, lo vivimos cada vez que circula una historia que moviliza pasiones sin que nadie se detenga a preguntar por la fuente. En Estados Unidos, hemos visto cómo plataformas digitales se convierten en armas electorales con un impacto global.

El verdadero problema no es solo la manipulación de la verdad. Es la disposición de millones de ciudadanos a consumir y difundir información sin el mínimo ejercicio de duda. Como si un “post” tuviera el mismo peso que una investigación periodística. Como si el like fuese sinónimo de legitimidad.

Aquí es donde entra la responsabilidad individual. Cada persona con un teléfono inteligente en las manos es, potencialmente, un amplificador de mensajes que pueden construir o destruir reputaciones, instituciones y hasta democracias. Y, sin embargo, la mayoría se desliza con el dedo sin hacer la pregunta más importante: ¿quién carajos me está contando esto?

No se trata de censura ni mucho menos de apagar voces incómodas. Se trata de recuperar el valor de la verificación. Porque sin ciudadanos críticos, informados y conscientes, la democracia queda a merced de los algoritmos y de quienes saben manipularlos.

La posverdad no es un monstruo externo. Es una construcción que se alimenta de nuestra indiferencia. Por eso, más que nunca, el antídoto está en la duda sana, en el ejercicio de contrastar y en la humildad de aceptar que la verdad no siempre es la que más nos gusta.

La próxima vez que abras tu celular y te indignes con un titular o un video viral, detente un segundo. Pregúntate quién lo produce, qué intereses están detrás y si la información puede sostenerse en hechos. Esa pausa mínima puede ser la diferencia entre contribuir a la manipulación o fortalecer la democracia.

En tiempos de posverdad, la verdadera revolución es verificar.

Sobre el autor

El licenciado Rafelli González Cotto es un periodista, abogado y profesor puertorriqueño con más de 15 años de experiencia en medios digitales y comunicación pública. Ha fungido como cofundador de medios noticiosos, dirigido estrategias editoriales en prensa digital y liderado diversas iniciativas de índole comunitaria. Como abogado, ha defendido la libertad de expresión en los tribunales y como profesor universitario forma comunicadores en contenidos digitales y narrativa multiplataforma.