Opinión: En la División no está la Unión
¿Cómo podrá Estados Unidos enfrentar los desafíos globales si permanece tan dividido? Plantea la licenciada Medina.

El pasado martes, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dio su mensaje ante el Congreso. A diferencia de su primer cuatrienio, la palabra "unión" resonó de manera distinta entre los asistentes. Aunque el presidente la mencionó en varias ocasiones, utilizó su discurso para atacar a su predecesor, el presidente Joe Biden, responsabilizar a la administración anterior de los problemas actuales y deslegitimar a los legisladores opositores, insinuando que no trabajan por el bien común. Además, recurrió a descalificaciones directas, llamando "lunáticos" a los miembros de la izquierda, burlándose de la senadora Elizabeth Warren al referirse a ella como "Pocahontas" y presentándose como víctima de una persecución legal y mediática.
Desde 1790, casi todos los años, los presidentes se han dirigido al Congreso para presentar el estado de la Nación, lo que se conoce como el State of the Union Address. Sin embargo, cuando se trata del primer año de un mandato presidencial, en el que no han pasado ni siquiera 45 días, no se le considera un mensaje sobre el Estado de la Unión, sino una sesión conjunta en la que los presidentes presentan su agenda ante el Congreso. En esta ocasión, Trump tituló su discurso como “La renovación del sueño americano”.
Para cualquier persona que vio el mensaje de anoche, resulta evidente que este no fue un mensaje de unidad, sino uno que marcó aún más la polarización del país. Desde el inicio, el presidente utilizó el lenguaje corporal para dirigirse sólo a una mitad del Congreso: aquellos que lo apoyaban. Trump no se presentó como un presidente de toda la Nación, sino como el líder de solo un grupo, mostrando interés exclusivo en las necesidades y aplausos de quienes comparten su visión o tienen algo que ganar por aparentar compartirla. Cada vez que las cámaras captaban el hemiciclo, se podía ver de manera clara la división física y simbólica de una sociedad fragmentada.
El concepto de “Renovación del sueño americano” fue, en realidad, una justificación para enfatizar las diferencias ideológicas en Estados Unidos. Más que una renovación, el mensaje pareció diseñado para imponer su visión de lo que es correcto pensar y hacer. Por ejemplo, Trump declaró que por cada regulación nueva, se debían eliminar o consolidar diez anteriores. Con esto, buscaba posicionarse como el presidente de la desregulación, pero su discurso entró en contradicción cuando pasó a definir cómo las escuelas deben manejar ciertos temas, cómo debe identificarse una persona y quiénes pueden o no participar en ciertos deportes. En caso de no acatar sus directrices, advirtió que las organizaciones involucradas perderían acceso a fondos federales. Al final, el problema no parecía ser la regulación en sí, sino a quién impacta.
Las contradicciones en su discurso fueron evidentes en varios momentos. Uno de los más llamativos ocurrió cuando presentó a un niño con cáncer, cuyo médico sugirió que la enfermedad pudo haber sido causada por la exposición a químicos en su infancia. Acto seguido, Trump afirmó que los casos de cáncer infantil han aumentado un 40% y que revertir esta tendencia sería una prioridad de su administración. Sin embargo, su historial contradice estas declaraciones: desde su llegada al poder, ha impulsado la desregulación y ha recortado el presupuesto de agencias clave encargadas de fiscalizar la exposición a sustancias tóxicas, como la Environmental Protection Agency (EPA) y la Food and Drug Administration (FDA). Estas decisiones han debilitado la protección ambiental y sanitaria, dejando en entredicho su supuesto compromiso con la salud infantil.
En el ámbito económico, la desregulación que promovió beneficia principalmente a quienes ya poseen recursos y poder, mientras que los beneficios directos para la clase trabajadora brillaron por su ausencia. Trump repitió frases genéricas y presentó datos sin respaldo verificable, dejando dudas sobre la transparencia y validez de sus afirmaciones.
Estados Unidos siempre ha encontrado en la diversidad su mayor fortaleza, siendo pionero en innovación y liderazgo global gracias a la inclusión de mentes diversas. No obstante, el país ahora está dirigido por una figura cuya visión niega ese legado. La división puede catapultar a figuras polémicas como Trump, pero siempre será perjudicial para la Unión. Los Estados que conforman esta nación decidieron unirse porque entendieron que en la unión estaba su fortaleza. Pero, ¿cómo podrá Estados Unidos enfrentar los desafíos globales si permanece tan dividido?