¿Quién mató a Charlie Kirk?
Columna edición especial de Juan Luis Camacho, exsecretario general de PPD sobre los culpables del asesinato de Charlie Kirk.

No nos engañemos. A Charlie Kirk no lo mató una bala. Lo mató la hipocresía de quienes gritan “tolerancia” mientras trabajan día y noche para silenciar a todo el que no repite su dogma. Lo mató la cobardía de una cultura que aplaude cuando cancelan, expulsan o ridiculizan a quien piensa distinto.
Su mensaje no era de odio ni de división. Era la verdad incómoda que algunos no soportaban escuchar. Y como no podían derrotarlo con argumentos, decidieron hacerlo callar. Porque para esos supuestos defensores de la democracia, la libertad de expresión solo vale cuando sirve a su narrativa.
Y lo más triste es esto: los que hoy celebran su muerte, estoy seguro que nunca escucharon su mensaje. Lo odiaban no por lo que decía, sino porque alguien les dijo que había que odiarlo. Esa es la mayor prueba de la manipulación que estamos viviendo: juzgar sin escuchar, condenar sin entender. Algo así como criticar un libro porque no te gusta la portada… o porque viste un meme en Facebook.
La pregunta “¿quién mató a Charlie Kirk?” no apunta solo a un asesino material, sino a un sistema que ha creado enemigos invisibles: la censura disfrazada de virtud, la intolerancia camuflada de justicia social, y el miedo que imponen quienes no soportan que se hable claro.
Pero aquí está la ironía de todo esto: a Kirk no lo mataron, lo multiplicaron. Porque cada intento de callar una voz libre crea un coro más fuerte. Y es deber de quienes creemos en la libertad no quedarnos callados, no ceder un solo espacio al miedo, y recordar que la democracia no es un “mute” que se aprieta en las redes sociales, sino un derecho que se defiende con coraje.
Hoy, el mejor homenaje que podemos hacerle a Charlie Kirk es sencillo: hablar más, nunca menos. Gritar más fuerte, nunca más bajo. Y demostrar que en este país nadie mata la verdad. Porque si la verdad incomoda… ¡mejor! Significa que todavía está viva.
